sábado, 13 de septiembre de 2008

El Real de la Jara

He visto en televisión unas imágenes del que todos los peregrinos dicen es un pueblo muy bonito. En esta ocasión las calles por las que espero pasaré sobre el día 4 o 5 de noviembre próximo presentaban un aspecto apocalíptico: agua, fango y destrucción. Lo primero: desear a todos los afectados que rápidamente se recuperen del mal trago y vuelvan a sus actividades normales diarias.
Pero no se me olvida que cada vez que ocurre una situación parecida siempre pienso en que el agua es lo único que es libre para circular por donde quiere. Más bien, por donde siempre ha circulado. Y claro está que si le quitamos sus vías naturales, esas que ha recorrido desde tiempos inmemoriales, pues se enfada y pasa lo que pasa.
Mañana saldré al campo a seguir mi entrenamiento y ya lo contaré.

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