miércoles, 10 de septiembre de 2008

El entrenamiento

Ya contaba que por imperativo legal (al menos es lo que me dicen los médicos) debo hacer ejercicio regularmente. Así es que me apunté en un gimnasio para estar a cubierto durante algunas horas, sudar un poquito y cambiar grasas por "chocolatinas pectorales".
Algo de bicicleta estática, cinta (lenta, eso sí) y cuatro máquinas de pesas y cosas así.
Pero es claro que ahora ya lanzado con el Proyecto "Camino 08" hay que establecer un programa de entrenamiento más acorde a los resultados que se esperan. Lo primero es incrementar la presencia en el gimnasio pasando de dos/tres días a la semana a tres/cuatro. Después, en lugar de circular por los diferentes aparatos mirando el reloj y contando las series que faltan, hay que marcarse un objetivo mas concreto y dirigido a no hacer demasiado el ridículo el primer día de marcha. Bicicleta estática (20/30 minutos) sin mucha carga y después cinta con una velocidad sobre los 5,5 km por hora y alternando el llano con pendiente y el tiempo necesario para recorrer un mínimo de seis o siete kilómetros y que suele estar entre hora y cuarto y hora y media. Para terminar, un poquito de pesas para fortalecer los brazos y la espalda que cargaran con la mochila.
Finalmente, hay que estar en el terreno y por ello, los fines de semana y ya con la mochila (cuatro o cinco kilos), a marchar alternando asfalto y campo. Diez kilómetros es un buen recorrido para las primeras veces pero tratando de superar esa distancia en cada salida.
Lo próximo: el equipo del peregrino.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mañana sábado iré al Parque de los Cerros a andar un rato. Y es que me comentaba un amigo que el pasado fin de semana se presentaron dos en el centro de interpretación del mismo parque dispuestos a echar un ratillo andando... Parece ser que se calentaron y dale que te dale, acabaron haciendo 18 kilómetros. Así que voy a ir mañana por si repiten, para pedir un autógrafo. ¿Sabéis algo de esto? Es noticia en toda Alcalá.

Anónimo dijo...

Según se cuenta en los mentideros de la Ciudad, no se calentaron sino que por ser daltónicos se confundían con los colores que señalan los diversos caminos y se perdieron. Gracias a Dios que consiguieron encontrar la salida porque lo mismo estarían dando vueltas.