martes, 11 de mayo de 2010

Vía de la Plata a Santiago, Etapa 17

De Camino a Santiago por la Vía de la Plata. Fase 4. 2010. De Cañaveral a Fuenterroble de Salvatierra

Etapa 17.- Grimaldo a Carcaboso

A las siete de la mañana comienza la ebullición en el Albergue. A las siete y media estamos casi todos tomando el desayuno en el bar: café con leche y tostadas.
Damos los últimos retoques a las mochilas y enfilamos por la N-630 a la búsqueda del cruce con la carretera que lleva a Holguera. Igual que ayer, pasamos por debajo del viaducto que soporta la A66 e inmediatamente un giro señalizado a la derecha nos mete de lleno en la etapa.
El paisaje es el habitual en esta zona: dehesas donde pacen tranquilamente rebaños de vacas y ovejas que, sorprendidas, parecen mirar con intriga que hacen estos tres humanos cargados y casi arrastrando los pies.

El sendero está muy bien señalizado y su tránsito es cómodo a excepción de las amplias zonas encharcadas por las recientes lluvias y que nos obligan a vadear con precaución riachuelos y balsas de aguas enfangadas.

La etapa es llana y fácil. Pasamos por prados y dehesas y casi siempre sobre el primitivo trazado de la Calzada Romana. Cancelas, alambradas y charcas nos van acompañando y después de pasar junto al embalse en el Arroyo del Boquerón, salimos a una carretera para recorrer mil metros sobre el asfalto antes de entrar en la Finca Valparaiso. Al coronar un corto ascenso, al fondo ya podemos divisar Galisteo después de 3 horas y media de marcha.
Descendemos hacia la acequia del río Alagón a la que llegamos en un cómodo paseo y, sorprendentemente, después de encontrar abundante agua encharcada y en riachuelos, la acequia baja prácticamente seca mientras la acompañamos durante unos ochocientos metros.

Entonces hay un salida a la izquierda para entrar a una finca. El cartel dice “Prohibido el paso” pero alguien ha señalado “Peregrinos OK”. Y por allí nos metemos.
El último desvío a la izquierda nos lleva frente a un fuerte (muy fuerte) repecho con premio a la subida: la bella panorámica del recinto almohade de Galisteo.
Hacemos un alto a las cinco horas del inicio de la jornada.

Después de reponernos con unas raciones acompañadas por alguna que otra cerveza nos preparamos para afrontar el tramo final de esta larga etapa.
Nos quedan unos diez kilómetros de asfalto y hace bastante calor. Son dos razones para replantearnos si continuamos o cumplimos el programa. Finalmente, decidimos seguir y subimos hasta la Puerta de la Villa del recinto amurallado y desde allí empieza el descenso hasta el puente medieval que nos ayudará a cruzar el río Jerte.

Ya a la salida de Galisteo una zona en obras con un par de rotondas nos sitúa en una carretera de servicio de la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) por la que transitamos durante cinco pesados kilómetros, sin una sombra, aburridísimos y sin nada interesante que ver salvo algunos secaderos abandonados.
Así llegamos a Aldehuela del Jerte donde, en la calle Calzada Real, sólo encontramos abierto el Hogar del Pensionista donde aprovechamos para hacer un alto en la calurosa tarde. Entre refresco y refresco, nos pasamos casi una hora preparándonos para los últimos pasos que nos llevaran a nuestro destino en una hora y poco más en un recorrido sobre otros cinco km. sobre el asfalto.

Aproximadamente a las siete de tarde y después de diez horas y media (incluida comida y parada a media tarde) entramos triunfalmente en Carcaboso.
Buscamos el Bar Pacense y preguntamos por la Sra. Elena, que aparece al poco y nos acopla en un anexo de su Albergue.
Las habitaciones (con baño) son nuevas con mobiliario “reciclado” y una de ellas con las sábanas “preutilizadas” (¿Se me entiende?). Le preguntamos si hay lavadora y nos dice que no, aunque al final resulta que sí la hay pero está reservada para un agradable grupo de ciclistas burgaleses que llegan al poco rato. No nos sienta muy bien pero como es lo que hay, colada manual y punto.

La ducha con agua caliente nos deja como nuevos y estamos dispuestos para dar un paseo mientras hacemos tiempo para cenar.
Recorremos el pueblo en un periquete, pasamos por la Iglesia de Santiago Apóstol, muy restaurada en los años 90 y con dos miliarios (el CII y el CIII) plantados en una sencilla exposición que hay en su exterior.
El Hostal Ciudad de Cáparra tiene buen aspecto y una terraza que parece ser el lugar de reunión de locales y forasteros (estos, casi todos, peregrinos y bicigrinos). Cervezas, Pimientos de Padrón, calamares, ensaladilla y sobre todo un espectacular queso curado de cabra de la zona nos sirven de cena
Con la tripa llena (posiblemente, demasiado) nos vamos a dormir, que la noche del caminante siempre resulta corta.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que pechaa de horas andando no?? se nota que ibais de reposo continuo, jjajajajaj , que me hubiera gustado estar con vosotros y haber degustados unos pimientitos de padron, el queso y .... por supuesto una cercecita fresquita.

Mª José

diegolev dijo...

Lo peor: el calor y el asfalto. Eso produce un poco de aburriemto al caminar y lo hace mas pesado. pero al final, como se vé, siempre hay una compensación "gastronómica"