domingo, 9 de mayo de 2010

Vía de la Plata a Santiago, Etapa 16

De Camino a Santiago por la Vía de la Plata. Fase 4. 2010. De Cañaveral a Fuenterroble de Salvatierra

Etapa 16.- De Cañaveral a Grimaldo

Según el reloj que está en la calle, frente a casa, son las 6 de la mañana y todavía la noche domina el cielo cuando ya estoy caminando hacia la estación. Un tren de cercanías me situará en Atocha para realizar un transbordo al media Distancia que finalmente me va a dejar en Cañaveral.
Tanto uno como otro son puntuales y kilómetro tras kilómetro el Camino a Santiago se va retomando.
Hoy voy sólo porque el “equipo” se ha dividido en tres subgrupos. Avi y Vir viajan en un autobús que ha salido de Sevilla y Mayse no ha podido apuntarse esta vez por lo que seremos tres los caminantes. Seguro que la próxima vez volveremos a ser cuatro.
Cuando ya hemos entrado en Extremadura el cielo azul se abre sobre la dehesa que acoge al tren sobre un suelo verde por el continuo riego que ha tenido este invierno.

La previsión meteorológica es buena para la próxima semana y no esperamos lluvia en ninguno de los días de marcha.
Dependiendo de factores que escapan a nuestra voluntad podría ser que esta vez nos tomásemos algún vino en la plaza Mayor de Salamanca aunque con los días disponibles y si las fuerzas nos acompañan llegaremos hasta Fuenterroble de Salvatierra.
Las etapa planificadas tienen kilometrajes asequibles y está suficientemente claro que no vamos a cometer excesos.
He llegado a Cañaveral y como estaba previsto me va a tocar esperar un largo rato.
Desde la estación he subido la cuesta que la separa de la N630 y he regresado al pueblo donde en la puerta del Hostal Málaga he dejado pasar el tiempo.Veo pasar a varios peregrinos y todos planean pernoctar en Grimaldo. Empiezo a preocuparme porque seremos los últimos en llegar y allí no hay otra alternativa que el Albergue. Hacer el trayecto hasta Galisteo (20 km.) A estas alturas del partido se me antoja fuera de nuestras posibilidades.

A la hora prevista llega el autobús de Cáceres y los acompañantes descienden con grandes muestras de cansancio que debe ser algo de resaca de la feria de Abril.
Estaban disimulando porque de inmediato se organiza la marcha para el día. Compramos unos bocadillos y agua y empezamos a subir por la N-630 en busca del primer punto de referencia de la jornada: la Ermita de San Cristóbal.
Al principio el trayecto es cómodo, bien señalizado y se recorre sin mayor dificultad que el calor veraniego que está apretando. Son las dos de la tarde.
Por el sendero perfectamente marcado llegamos a una cantera y desde allí comienza un fuerte ascenso hacia el Puerto de los Castaños. El primer tramo es de fuerte pendiente y la falta de entrenamiento hace mella en el que esto escribe.
Recuerda al ascenso al Cerro del Calvario antes de Almadén de la Plata pero bastante más corto.

En poco más de media hora ya estamos inmersos en un agradable pinar y comenzando el descenso, con la carretera nacional a nuestra derecha y a no mucha distancia.
Llegamos hasta encontrarnos una carretera que cruzamos y nos dirigimos a un antiguo Hotel (hoy Club de carretera).
Entramos en un bosque de alcornoques y encinas y sobre el antiguo trazado de la Calzada Romana atravesamos el Valle de los Muertos entre vacas. Negras y con astifinos pitones nos miran entre sorprendidas, molestas y asustadas.
No sé quien tiene más miedo: nosotros o ellas. Por si acaso, pasito a pasito dejamos la manada pastando a nuestras espaldas como valientes toreros haciendo el paseíllo.

A la sombra de un alcornoque hacemos una corta parada para reponer fuerzas y continuamos contemplando un paisaje especialmente bonito por las alfombras de florecillas amarillas, blancas, moradas,… Varios arroyos cruzan nuestro camino pero se cruzan sin mayor dificultas.
Unas dos horas después de la salida de Cañaveral por una bien indicada portilla nos salimos a la derecha e iniciamos un corto recorrido de unos quinientos metros que nos lleva hasta Grimaldo a través de un estrecho camino junto a la Ribera de Cáceres y entre altas hierbas.

Salimos frente al Bar Grimaldo en el que Adela nos atiende muy cordialmente. 12 camas en 6 literas en 3 habitaciones componen la oferta de alojamiento. Es totalmente gratuito con agua caliente, lavadora, gel y champú para el baño. Todo un lujo.
Nos ofrece la posibilidad de cena pero pedimos horario “nacional”. Los peregrinos foráneos van a cenar a las siete y media.
Hemos dejado las mochilas en tres camas de la misma habitación y después de una reparadora ducha, casi nos quedamos dormidos bajo un cariñosísimo sol donde, sin movernos de la mesa se nos ha pasado la tarde hasta la hora de la cena: menestra y filete con patatas.
A última hora han llegado más peregrinos: en total pernoctaremos quince. Completo.
El trato de Adela, excelente. El alberge, perfectamente equipado pero quizás algo escaso de espacio para tanto durmiente.

Hay que descansar para tener fuerzas ya que todavía nos quedan 648 km. hasta Santiago. Al menos, eso dicen.
Buenas noches.

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