martes, 9 de febrero de 2010

Vía de la Plata a Santiago, Etapa 14



De Camino a Santiago por la Vía de la Plata. Fase 3. 2009. De Aljucén a Cañaveral

Etapa 14.- Cáceres – Embalse de Alcántara


Después de la caminata de ayer (sobre los 27 kilómetros) el descanso reparador en el Albergue “Las Veletas” se acaba cuando las primeras luces ni siquiera han pensado en despertar. Hoy nos planteamos una súper etapa de casi 35 kilómetros y medio y tenemos previsto salir antes de las siete y media de la mañana por lo que los móviles zumban y zumban hasta que caemos de las camas.
Un rápido desayuno en el mismo Albergue y ya estamos subiendo la ligera pendiente que nos llevará hasta la Plaza de Toros, sitio de referencia para despedirnos de Castra Caecilia en busca del camino a seguir.Como ya indican las variadas guías que se han consultado para preparar el diario andar, el primer tramo de la jornada es especialmente desagradable. Muchísimo tráfico en ambos sentidos nos obligan a desplazarnos con un adicional cuidado. A ratos por el arcén y otros por un estrecho sendero detrás de los “quitamiedos”. Y todo durante casi cinco mil metros hasta que un amplio sendero nos invita a integrarnos correctamente en el campo.

Entre Cáceres y El Casar
Hasta el momento el perfil es prácticamente llano, con ligeras ondulaciones y llevamos hora y media de marcha cuando la impresionante obra de la Autovía A-66 queda sobre nuestras cabezas y ahora es una ancha y recta cañada la que nos aproxima sistemáticamente hasta nuestro primer y último lugar habitado del día y al que arribamos a las dos horas de marcha: El Casar de Cáceres.
En El Casar de Cáceres
La falta de posteriores puntos donde abastecernos durante el día nos obliga a detenernos y en el primer supermercado que localizamos hacemos acopio de agua, fiambres, pan y frutas. Y además disponemos de reservas de queso y jamón (¡Del bueno!) que traemos desde nuestros puntos de origen.
Entre la compra y el sellado de las credenciales en el Ayuntamiento hemos consumido media hora. También es cierto que como prevemos una larga jornada lo estamos tomando con una cierta tranquilidad pensando en lo que todavía nos queda.
Después de atravesar la población por la calle Larga Alta abandonamos el Casar dejando a la derecha la Iglesia de la Asunción cuando tenemos por delante más de 23 kilómetros.
La salida de El Casar
Ya estamos metidos en faena cuando nos animamos entre los cuatro, apretamos las cintas de las mochilas y comenzamos una subida no muy dura que lleva hasta un chozo de piedra que nos recuerda el uso del mismo por los pastores trashumantes. El piso es bueno, compactado para permitir la circulación de camiones y tractores que sirven a numerosas instalaciones agropecuarias.
El paisaje, de pradera ondulada, está salpicado de rebaños de ovejas y vacas y grandes bloques de granito pulido por el viento y la lluvia a lo largo de los siglos. El camino no tiene ni una sombra y recordamos con admiración a los peregrinos que nos precedieron bajo el tórrido verano extremeño.
La marcha, el avituallamiento y el descanso
A las dos horas de nuestra salida de El Casar ya hemos recorrido otros nueve mil metros y estamos frente a una cancela que da paso a un coto de caza y que es una referencia importante en el camino. Así que ya es momento de buscar un lugar bajo alguna de las escasas sombras disponibles y preparamos bocadillos con las viandas que portamos, a la vez que descansamos unos minutos.
Continuamos la marcha mientras bajo nuestros pies se alternan la Cañada Real y la Calzada Romana a lo largo de un buen montón de kilómetros que vamos dejando atrás entre muros de piedras y retamas a medida que atravesamos un considerable número de portillas.
Nuestra mirada se pierde en el horizonte buscando alguna señal de la existencia del agua del Embalse de Alcántara. Y nunca aparece.
Los miliarios y la calzada romana
Los miliarios se encuentran por doquier. Igual aparecen incrustados en algún muro de una finca, que abandonado en medio del solitario campo. Pero especialmente en una zona que parecería un depósito o almacén.
El Embalse de Alcántara
Por fin, casi a las dos y media de la tarde una lejana mancha azul nos proporciona una alegría indescriptible: estamos a punto de finalizar la jornada por hoy.
Pero ciertamente esto no es más que un espejismo. No por el agua sino por pensar que esto se está acabando ya que cuando lleguemos al Albergue comprobaremos que nos quedaban dos interminables horas y media de lento caminar.
Este último tramo es en descenso para buscar el nivel del agua. Pero el inconveniente mayor resulta cuando una vez sobre la carretera N-630 aquello no acaba nunca. Curva tras curva, subida tras subida y aunque el Club Náutico que nos sirve de referencia siempre en la lejanía frente a nuestros ojos, el asfalto no se acaba.
El Embalse de Alcántara
Poco a poco llegamos a un primer puente que nos permite cruzar el río Almonte. Estamos en la cota más baja del día y otra la carretera nos lleva mediante permanentes ondulaciones hasta el segundo puente. El río Tajo aparece encajonado a nuestra derecha mientras a la izquierda una Estación de ferrocarril parece abandonada a su suerte en la orilla del pantano.
Uno de los caminantes lleva toda la jornada sufriendo las inevitables ampollas en los pies. Con una botas utilizadas ya más de doscientos kilómetros y calcetines usados (y por supuesto, lavados) durante muchas jornadas de caminar. Y hoy han salido a pasear con nosotros las molestas bolsas en la piel. Tanto que unas chanclas de gomas sustituyen a las curtidas botas cuando creemos que ya sólo nos faltan los últimos pasos antes de llegar al albergue y lo cierto es que será más de hora y media lo que nos resta.
Llegando al Albergue
La última cuesta acaba con nuestras ya escasa fuerzas cuando dejamos atrás el camino de entrada al Club Nautico y a nuestra izquierda aparece un bloque indicador del camino a seguir hacia el Albergue que está a 500 metros. Una cuesta (¡Y esta vez en descenso!) y nos presentamos ante una especie de bunker incrustado en una de las laderas del cerro que domina una bella visión de las aguas del embalse.
Albergue del Embalse de Alcántara
El Albergue está (como he leído en alguna Guía) en ”mitad de la nada”. Cerrado pero con un teléfono de contacto al que llamamos y en menos de cinco minutos se presenta una agradable chica (lástima: no recuerdo su nombre) que nos atiende de maravilla. Nos explica el sistema organizativo del alojamiento: estará por allí un rato y después se marcha dejándonos solitos para pasar la noche. En cuanto a la comida, se dispone de microondas y grill por lo que nos ofrece una lista de productos precocinados (especialmente pizzas, lasañas,…) y ensaladas ya preparadas. Con unas cervezas para acompañar, hacemos y pagamos el pedido.
Simultáneamente, nos prepara una lavadora y aprovechamos para dejar el vestuario limpio como patena.
Una buena ducha con agua caliente y nos relajamos esperando la hora en que nuestros estómagos nos recuerde que es la hora de cenar.
Y mientras tanto, una espectacular puesta de sol al fondo de las aguas embalsadas.
Mientras charlamos, comenzamos a organizar la jornada de mañana.
Será fundamental conocer el estado de los dañados y doloridos pies de alguno de nosotros. Por si acaso disponemos de un número de teléfono por si precisamos ayuda de algún taxi que nos saque de este solitario lugar.
Decidiremos mañana por la mañana.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Jooooooo!!! que etapa mas mala, que ganas tenia de tirar la mochila al embalse y de beber, que sed!!!
y Virginia que iba la pobre mia que no podia mas, tenia mas ampollas que dedos.
Pero a pesar de todo,compensa sobre todo despues de la duchita, pareces otra persona.

diegolev dijo...

Seguro que para la próxima Fase (que se acerca a pasos agigantados) todo irá perfecto.

Anónimo dijo...

Yo ya he empezado a entrenar. La verdad es que empecé ayer y hoy no me puedo mover de las agujetas que tengo, pero espero llegar a la última semana de abril en plena forma. Como vosotros sigais así os voy a dejar atrás, ja,ja. Espero que en esta fase no me pase lo mismo que en la anterior, que la foto de mis pobre piececitos dan pena.
Vir.

diegolev dijo...

Yo tambien tengo la intención de comenzar el entrenamiento. Lo malo es que hasta ahora no he encontrado el momento oportuno.