martes, 31 de marzo de 2009

Tren de los 40 días

De Tren de los 40 días, 2009

¡Ya está llegando!

El día D se acerca a pasos agigantados y sólo falta que el último Paso se encierre en su Templo para que los Peregrinos tomemos el relevo aunque no en las calles sino en los caminos de Extremadura.
Durante estos últimos meses he continuado el entrenamiento pero es necesario reconocer que con mas relajo que en la fase anterior por lo que espero no pagarlo en el camino. Cinta y bicicleta en el gimnasio y algo de máquinas para fortalecer la espalda por aquello de la mochila pero la climatología no ha acompañado mucho (frío y nieve) así que no he caminado al aire libre hasta este pasado fin de semana porque la Concejalía de Medioambiente de mi Ciudad ha organizado algunas salidas al campo y me he apuntado.
Y así, el domingo por la mañanita y con un frío de narices (sólo 2 grados centígrados a las nueve de la mañana) ya estamos subiendo al autobús de que nos llevará hasta Nuevo Baztán con el propósito de hacer un recorrido por el antiguo trazado del “Tren de los 40 días”, que durante la Guerra Civil conectó Torrejón de Ardoz con Tarancón para continuar hasta Valencia (para más información en http://www.andarines.com/).
Un tramo de la conocida como Vía Negrin está acondicionado para caminantes y ciclistas (desde Carabaña) pero lo que recorrimos era justamente la parte “salvaje”.
Están cayendo diminutos copos de nieve pero resulta que hemos venido pertrechados para la anunciada lluvia y no para el frío. Nos metemos en un bar de la plaza de Nuevo Baztán para tomar un café calentito antes de comenzar la marcha.
Somos un grupo heterogéneo de todas las edades y dispar condición física pero es sólo aparentemente: cuando los músculos se calientan la marcha es continua y todos vamos a buen ritmo.
Transitamos por la entrada a la Urbanización Eurovillas y enseguida abandonamos la carretera para buscar un sendero que nos acercará a la visible en la lejanía plataforma por la que circulaba el ferrocarril.
El paisaje de monte bajo y algunos árboles resulta agradable dentro de la sencillez. A la izquierda derecha y al otro lado del valle aparece Villar del Olmo.
Sólo la imaginación del caminante puede ver la vía del ferrocarril. Si no fuese por las trincheras que se conservan en buen estado por algunos tramos y los túneles, nadie diría que el cielo se llenó alguna vez del humo de las locomotoras.
Hay restos del balastro que soportaba las traviesas de madera algunos túneles.
De estos, hay cuatro bien conservados en el tramo que recorrimos. Posiblemente sea debido a que fueron “reutilizados” por particulares para sus asuntos privados. De hecho, todavía se observan las entradas taponadas por ladrillos y en el interior quedan restos de paja (¿cuadras o rediles?) y maquinaria agrícola.
Sobre las dos horas de marcha hacemos un alto para recuperar fuerzas. Salen las botas (de vino) y algún que otro bocadillo. Y seguimos.
Acabamos de pasar por un barranco en el que debía encontrarse el único puente (desaparecido) del recorrido cuando ocurre un incidente: un participante se tuerce un tobillo, no puede continuar y uno de los monitores que nos acompañan se queda con él a la espera de los servicios de emergencia.

Algo más de una hora después abandonamos la antigua plataforma ferroviaria para tomar el camino hacia Ambite, donde haremos un alto para comer.
El último tramo lo hacemos sobre la Vía Verde del Tajuña y en lo que fue la estación del ferrocarril acompañamos con unas cervezas los bocadillos que previsoramente llevamos en la mochila.
Y un café mientras esperamos el autobús que nos devolverá a casa.
Han sido unos doce o trece km. en unas cinco horas a ritmo pausado pero que han servido para recordarme que en pocos días me esperan algo mas de cien.

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